LA AYUDA DEL ESPÍRITU SANTO (Romanos 8:26-28)

                 Dios no nos dejahuérfanos. Como somos débiles, nos desanimamos y perdemos la esperanza fácilmente ante la aflicción. Dios ha enviado al Espíritu Santo para que nos ayude en la debilidad.

           El Espíritu Santo intercede por nosotros con gemidos dentro de nosotros, por nosotros y junto a nosotros. Nunca oramos solos. Cuando a veces no sabemos siquiera por qué cosa pedir, o cómo pedir, el Espíritu Santo que es omnisciente y ve todas las cosas, guía nuestra oración. Él escudriña aún lo profundo de Dios (1 Co. 2:10) y pide por nosotros conforme a la voluntad de Dios. Por tanto, debemos pedir y disfrutar la presencia del Espíritu.

No nos preocupamos por nuestras debilidades, porque éstas son las que nos llevan a depender del Espíritu Santo y experimentar su ayuda.

Tomado del devocional “Tiempo con Dios es Vida Viva”. Libro de Romanos